¿Quieres ser rico ya? ¿Vives como esclavo o dueño de lo tuyo?

¿Quieres ser rico ya?

¿Vives como esclavo o dueño de lo tuyo?

Homilía – Monseñor Han Lim Moon

Domingo 18° durante el año, ciclo C (San Lucas 12, 13-21)

Entre tus conocidos, ¿alguna vez viste a un comprador compulsivo y obsesivo por acumular bienes materiales, poder, estatus, conocimientos o bienestar físico?

En el evangelio de hoy a raíz de un conflicto por una herencia, Jesús advierte el peligro de la avaricia que es el afán intenso de acumulación de distintas cosas para sí sin compartirlas con los demás.

Aquí no estamos cuestionando ni la bondad ni la necesidad de bienes materiales, conocimientos, salud, habilidades; sino el gran deseo desordenado que rompe la armonía de la vida propia y la de los demás. Y que tiene la característica de adicción y esclavización.

La causa probable en una persona con esta obsesión por acumular puede ser el gran vacío interior de afecto, reconocimiento o inseguridad que posiblemente proviene de su infancia. Otra causa puede ser el vacío existencial muy profundo que no se puede llenar con ninguna cosa, poder, conocimiento e inclusive tampoco con afectos de personas; sino sólo por Dios. En una palabra, la avaricia responde al deseo compulsivo de llenar ese vacío con cosas que no son Dios.

Hoy, la Buena Noticia de Jesús es saciarnos la sed de acumulación llenando ese vacío con vida y la vida eterna  por medio de “ser ricos a los ojos de Dios”.

 Pero, ¿qué significa “ser ricos a los ojos de Dios”?

Para comprenderlo mejor, ante todo, necesitaríamos de la curación de la mano paralizada (cf. San Lucas 6, 6-10) de parte del Señor para “recibir y dar” sus riquezas. Una vez curados, mantendremos sanas nuestras manos ejercitando frecuentemente el “recibir y dar” como en los ejercicios quinesiológicos.

Ahora, con las manos sanas podemos “recibir a Dios” en nuestro corazón para llenar, de su amor y vida con todas sus riquezas, ese vacío interior profundo. Además, este amor nos sana las heridas interiores y nos confirma la dignidad y la libertad de los hijos de Dios que es mucho más importante que tener riquezas materiales. En la práctica, “ser ricos”  significa vivir agradecidos a Dios y disfrutar con alegría por todo lo que ya somos y  tenemos en el presente: familia, salud, bienes materiales, talentos, etc.

Después de “recibir” a Dios, como somos “ricos”, entonces podremos “dar y compartir” a Dios, el tesoro vivo más preciado, con nuestros hermanos para que vivan y disfruten también de la dignidad de hijos de Dios. Por supuesto, esto incluye  compartir con ellos todo lo que  somos y tenemos material y espiritualmente. De esta manera, en ellos se llenarán sus vacíos de afecto, de inseguridad, de reconocimiento, etc. Y recibirán la liberación de la avaricia, y a su vez, disfrutarán de todo lo recibido y compartirán con los demás la misma riqueza.

De esta manera seremos “ricos a los ojos de Dios”, liberados de la esclavitud de la avaricia y podremos vivir alegres y fraternalmente disfrutando de la vida, compartiendo afectos, seguridad, tiempo, talentos y bienes materiales que el Señor nos ha regalado ya.

¿Quieres disfrutar de tu libertad y vivir ya como el más rico del mundo? ¡Todo depende sencillamente de tu libertad! Amén.  

¡Estas preguntas te ayudarán en tu meditación!
  • ¿Soy avariento? ¿Dónde están mis preocupaciones y deseos? ¿Siento un vacío interior que continuamente debo llenar?
  • ¿Qué lugar ocupan los bienes en mi vida? ¿Por qué “herencia” me esfuerzo?
  • ¿Soy rico a los ojos de Dios? ¿Ejercito frecuentemente el “recibir y dar”?
  • ¿Soy realmente libre en esta sociedad de consumo? ¿Qué me falta para ser el hombre/ la mujer más rica del mundo? ¿De qué me tengo que desapegar?

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