¿Dejas todo para seguir al Todo?

¿Qué te falta dejar?

Domingo 28°, ciclo B – 2018 (San Marcos 10, 17-30) – Monseñor Han Lim Moon

Hace unos cuantos años mis compañeros sacerdotes y yo tomamos unos días de descanso. Fuimos a un lugar hermoso con muchos lagos de la cordillera de los Andes, ¡todo era bello! Por eso, un día salimos con un amigo para tomar unas fotos panorámicas, pero no encontrábamos buenas ubicaciones porque esos lugares estaban ya ocupados por grandes mansiones. Finalmente, pudimos acceder a una de esas mansiones bien ubicada para sacar fotos porque el dueño nos lo permitió.

Dos testimonios contrastantes

Al retirarnos de ese lugar agradecidos, el dueño, con el rostro muy preocupado, nos ofreció vender su mansión que costaba, según él, tres millones de dólares, pero nos la ofreció a dos millones. Cordialmente le dijimos que no y, al salir de allí, comentábamos que nos daba pena porque teniendo una mansión como aquella no la disfrutaba sino que la sufría. En cambio, nosotros que no teníamos nada disfrutábamos de todos esos hermosos paisajes. Estábamos felices,  libres ya que no estábamos atados a nada.

Otro ejemplo contrastante fue, cuando yo era párroco, con el grupo de Cáritas salíamos de noche mensualmente a repartir comida a la gente de la calle. En una oportunidad nos encontramos con un señor bastante bien arreglado sentado en una plaza entre medio de dos carritos lleno de sus bienes recogidos de la calle. Lo que me llamaba la atención era que los dos carritos estaban atados entre sí con una cadena. Al terminar de comer le pregunté si no quería descansar y él contestó que, si se descuidaba, otra gente de la calle se llevaría sus bienes. Esa respuesta nos dio mucha pena porque se notaba que él estaba atado a los bienes recogidos de la calle y eso no le permitía descansar bien.

Estos dos ejemplos ilustran muy bien que uno puede estar atado en su corazón o a lo mucho o a lo poco y la falta de libertad interior no les permitía disfrutar de la vida.

Liberarse de las ataduras para seguir a Jesús

El hombre rico del evangelio de hoy representa a un cristiano que cumple bien con los preceptos y que quiere seguir a Jesús más de cerca y con entusiasmo. Por eso, le preguntó al Señor lo que le faltaba para heredar la vida eterna. Jesús lo miró con amor y le contestó que le faltaba una sola cosa. En este caso fue liberarse de la atadura de la riqueza material.

Si tienes ganas, como este hombre, de seguir a Jesús con entusiasmo y le preguntaras a Él personal e insistentemente cuál es el paso siguiente para seguirlo más de cerca; seguramente Él te contestará lo que te falta liberarte para seguirlo. A cada uno dirá cosas diferentes que pueden ser cosas materiales, heridas interiores, vicios, pecados graves, proyectos personales, gustos, personas, etc. Evidentemente si no haces pregunta el Señor no te responde.

¿Y luego de la liberación…?

Ahora, después de preguntar al Señor y dejar lo que Él nos indica, podremos decir como Pedro: “Señor, hemos dejado todo para seguirte” (v.28). Y el Señor te contestará: “les aseguro que todo aquel que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre y padre, o hijos o tierras por mí y por la Buena Noticia, recibirá en el tiempo presente cien veces más…y en el mundo futuro la vida eterna” (vv.29-30).

Yo puedo dar testimonio de que el Señor cumple su promesa. De hecho, desde ya, disfruto de los bienes como si fuera millonario, sin grandes preocupaciones y también de los afectos de una familia espiritual muy grande gracias a que sigo al Señor dejando todo. Y estoy seguro de una recompensa mucho mayor en el cielo.

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Pero debo confesarte, querido amigo, querida amiga, si yo dejo todo no es sólo por la recompensa sino, más bien, es su Amor lo que más me atrae para seguirlo adonde vaya. Por esta razón, vale la pena preguntarle al Señor: “Señor, ¿qué me falta?”. Y el Señor te mirará con mucho Amor, te responderá con delicadeza lo que te ata y te ayudará a seguirlo dejando todo y disfrutando de la vida.

Él hoy te mira con Amor y te dice: “Para los hombres es imposible, pero… para Dios todo es posible” (v 27). Amén.

Preguntas para reflexionar:

  • ¿Sientes que tu corazón está atado a bienes, proyectos, personas, pecados, etc? ¿Eres realmente libre? ¿Qué no te permite disfrutar de la vida que Dios te regaló?
  • ¿Le consultas a Jesús insistentemente cuál es el paso siguiente para seguirlo más de cerca? ¿Tienes un corazón dispuesto a aceptar lo que Él te pida o como el hombre del Evangelio te entristeces?
  • ¿Pudiste soltar bienes, situaciones personas que te esclavizaban? ¿Experimentaste el Amor y la Paz de Cristo al dejarlas ir?

Aquí puedes ver el video de la homilía: 

 

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